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Lo diré rápido: sí, viajar te cambia la vida.

Te preguntarás por qué estoy haciendo un blog con una pregunta si ya he respondido desde el principio. Pues porque quiero que entiendas cómo el simple hecho de tomar un avión, un tren, un autobús o incluso dar un paseo en el pueblo de al lado puede marcar un antes y un después en tu vida.
Viajar no es solo ir de un punto A a un punto B. Es descubrir que el mundo es más grande, diverso y fascinante de lo que jamás imaginaste. Es darte cuenta de que cada rincón tiene algo que enseñarte, cada persona una historia que contar y cada cultura una forma distinta de ver la vida.
Cuando sales de tu zona de confort, pasan cosas mágicas. La primera vez que pruebas un plato que no sabías ni pronunciar, cuando te pierdes en una ciudad y acabas en un lugar inesperado o cuando entablas una conversación con alguien que ni siquiera habla tu idioma… En esos momentos te das cuenta de que crecer no siempre significa seguir el camino conocido, sino aventurarte a lo desconocido.
Por ejemplo, como todos vosotros he desayunado mil veces, pero nunca pensaba que el mejor sitio donde lo iba a hacer era en Bosnia y Herzegovina; o que la pachanga de futbol más real la iba a echar con dos niños marroquíes en mitad del Atlas; al igual que no pensaba nunca en salir un viernes al centro de Amman y acabar haciendo amigos jordanas tomando té y viendo lo tan parecidos que éramos a pesar de ser de lugares tan diferentes.
Y no, no necesitas un presupuesto millonario ni planes de lujo. Viajar está al alcance de todos si aprendes a priorizar experiencias sobre cosas materiales. Una mochila, un poco de curiosidad y ganas de descubrir bastan para empezar. Porque cada viaje, por pequeño que sea, tiene el poder de transformar tu forma de pensar, de sentir y de vivir.
Viajar me ha enseñado más que cualquier libro o clase. Me ha mostrado que el mundo está lleno de matices, que las fronteras solo existen en los mapas y que la verdadera riqueza está en las experiencias que acumulamos, no en las cosas que poseemos.
Que me digan de no viajar a Islandia porque es muy caro que yo les respondo con una foto en el avión comiendo sandwich de la maleta facturada y con una sonrisa por estar a menos de una hora de un lugar increíble.

 

Así que aquí estoy, compartiendo estas palabras contigo, porque quiero inspirarte a dar el primer paso. No esperes el momento perfecto, porque nunca llegará. Haz ese viaje, aunque sea al lugar más cercano. Sal ahí fuera, explora, equivócate, aprende y, sobre todo, vive.
Porque sí, viajar te cambia. Y cuando lo hace, te cambia para siempre.